EFE
Ciudad del Vaticano
El papa Francisco pidió hoy que "no se acelere la muerte de los ancianos", que son un "símbolo de sabiduría", porque es "inhumano", durante la audiencia general en el Vaticano, en la que también aseguró que no se deben confundir los "cuidados paliativos" con el "suicidio asistido" y que "el ensañamiento terapéutico es inmoral".
"Por favor, no aíslen a los ancianos. No aceleren la muerte de los ancianos", rogó el pontífice ante las decenas de personas reunidas en la audiencia general de los miércoles en el Vaticano, cuando se refirió a "un problema social, pero real: el de planificar, entre comillas, no sé si es la palabra correcta -dijo- acelerar la muerte de los ancianos".
Muchas veces, prosiguió, "a los ancianos que no tienen medios, les dan menos medicinas de las que necesitan. Eso es inhumano. Eso no es ayudarles. Eso es empujarlos a la muerte antes. Y eso no es humano ni cristiano", dijo, cuando en realidad "los ancianos deben ser tratados como un tesoro de la Humanidad. Son nuestra sabiduría".
Francisco comenzó la audiencia explicando que "la llamada cultura del 'bienestar' trata de eliminar la realidad de la muerte, pero de forma dramática la pandemia del coronavirus la ha vuelto a poner en evidencia", pues muchos "han perdido a personas queridas sin poder estar cerca de ellas, y esto ha vuelto la muerte todavía más dura de aceptar".
Pero, por el contrario, se puede "entregar a la muerte un rol positivo" y así que "ayude a mirar con ojos nuevos" la vida: "Lo que debemos acumular es la caridad, es la capacidad de compartir, de no permanecer indiferentes delante de las necesidades de los otros(...). Está bien morir reconciliados, sin dejar rencores y sin arrepentimientos".
Por ello "no podemos evitar la muerte, y precisamente por esto, después de haber hecho todo lo que humanamente es posible para cuidar a la persona enferma, resulta inmoral el ensañamiento terapéutico".
Después, el papa se refirió "a la calidad de la muerte misma, del dolor, del sufrimiento" y dijo que hay que estar "agradecidos por toda la ayuda que la medicina se está esforzando por dar, para que a través de los llamados 'cuidados paliativos', toda persona que se prepara para vivir el último tramo del camino de su vida, pueda hacerlo de la forma más humana posible".
"Pero debemos estar atentos a no confundir esta ayuda con derivas inaceptables que llevan a la eutanasia. Debemos acompañar a la muerte, pero no provocar la muerte o ayudar al suicidio asistido", dijo, antes de añadir que se debe privilegiar siempre el derecho al cuidado y para todos, para que los más débiles, en particular los ancianos y los enfermos, nunca sean descartados".
"De hecho, la vida es un derecho, no la muerte, que debe ser acogida, no suministrada. Y este principio ético concierne a todos, no solo a los cristianos o a los creyentes", añadió.
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